EL CULTIVADOR DE TABACO: SU
AZAROSA VIDA
Por Teodora Infante
Hernández
Voy a contar la vida triste y alegre de un tabaquero, es decir, de una
persona que se dedica al cultivo del tabaco.
Su tarea comienza a últimos de febrero,
cuando empieza a preparar sus “semilleros”, ya que por estos días le llega la
semilla de manos de la Compañía de Tabaco con laque tenga su contrato de
cosecha.
Con este trabajo ya empieza su preocupación.
Se esmera en poner el semillero en sitio un poco resguardado de los vientos, ya
que si vienen fuertes se lo pueden dañar.
El tabaquero comienza depositando las
semillas en unas bandejas que ha rellenado de mantillo, y con una máquina
especial deposita cada grano de semilla en un departamento de los 250que tiene
cada bandeja. Así hasta completar un número más alto de plantas de las que
tiene concedidas por si alguno de los semilleros fallara.
Deposita las bandejas en una balsa llena de
agua que va vigilando para que no las falte nunca agua suficiente. Así las
vigila hasta que en mayo se trasplantan en la tierra. Con este trabajo empieza
la preocupación: si nacerá bien, si le puede afectar algún hongo, si en verano
hará buena temperatura dado que si es demasiado fresca puede llenarse la planta
de virosis, si habrá agua suficiente para regar o será un verano seco porque no
llueva en la primavera y los manantiales no estén suficientemente surtidos.
A primeros de marzo empieza a labrar las
tierras, a repartir el estiércol, a mirar al cielo no vaya a llover y no pueda
entrar a labrar la tierra y ponerla a punto para la “postura”, esto es, el
trasplante del semillero a la tierra, planta a planta.
Con el mes de mayo llega la postura para la
que ha habido que poner las máquinas a punto, para que cuando se empiece a
trasplantar no haya problemas y todo esté preparado y no se pierda tiempo.
El tabaquero siempre está pendiente del
cielo. Así si empezó la postura y llueve demasiado tiene que parar porque la
tierra pierde las buenas condiciones, o por el contario, si no llueve la tierra
estará demasiado seca y las plantas se podrán “acostanar”, es un dicho de esta
tierra, o sea, secarse por medio. En este caso hay que echar mano de los
motores de riego, montar tuberías y aspersores de riego, y ¡a regar se ha
dicho! Todo este montaje supone un montón de trabajo y de dinero a su vez.
Una vez puesto el tabaco hay que estar
pendiente de la “rosquilla” porque si no las matas te dejan la plantación en
cuadro, y son pérdidas y trabajo al perdido.
El tabaquero empieza el día mirando el trabajo
que hizo ayer, comprobando si va bien, y así un día y otro, si caerán cuatro
chispas de lluvia que a las plantas las viene bien pero a la hierba mejor,
porque si no ha curado antes para que no nazca, empieza a salir y crece más que
el tabaco. Para que la cura haga efecto la tierra debe tener un grado de
humedad adecuado, dado que si tiene mucha humedad no pueda curarse y si tiene
poca no hace efecto.
Dependiendo de cómo venga el tiempo, a
mediados de junio si la tierra está muy seca, se comienza a regar, y entre el
agua que la planta absorbe por la raíz, y el sol que recibe por las hojas, la
planta crece y el tabaquero goza de su trabajo. Esto ya le va animando, y de
vez en cuando, subido en su tractor, se echa un cantar, mientras va mimando sus
plantas, y su mujer andando detrás destapa alguna planta que se haya podido
tapar.
Por esta época del verano la familia
tabaquera empieza a echar cuentas y a ilusionarse viendo como su trabajo
presenta buenas perspectivas.
Como ya es tiempo de calor y hay que limpiar
las plantaciones de hierbas toda la familia, ¡padres, hijos e incluso en
algunos casos los abuelos!, madrugan para pasar el menos calor posible y
aprovechan la fresca, recogiéndose a descansar cuando viene el calor. Comen, se
echan la siesta y por la tarde los jóvenes descansan, mientras los padres
riegan o hacen alguna actividad en la finca. Y así todos los días mientras haya
hierbas que quitar.
Cuando llega julio se empiezan a ver las
primeras flores de la planta, debiendo esperar el tabaquero a que la mayor
parte de la plantación esté florecida para comenzar a “descogollar”, esto es,
cortar las flores a las plantas consiguiendo así que las hojas se rehagan y
comiencen a madurar, de modo que cuando las primeras hojas de abajo de la
planta están amarillas es señal de que están maduras, y se pueden empezar a
recoger.
Se sigue regando y se ponen las máquinas a
punto para el “repele” o recolección, se repasa el secadero de horno, y cuando
todo está listo se empieza el “repele”. El tabaquero lleva la máquina surco a
surco, quitando de cada planta cuatro o cinco hojas, mientras otros esperan en
los contenedores que van a llevar el tabaco al horno para colocar bien la hojas
que la máquina descarga sobre los mismos; y así hasta completar el horno.
Una vez lleno el horno se pone en
funcionamiento vigilando el aire, la humedad, la temperatura y el calor; así
hasta ocho o diez días que tarda en secar la hornada. Cuando el tabaco está
seco se le da humedad, se lo clasifica, se empaqueta y se almacena hasta que
abren el “Centro” de recogida.
El día que le toca entregar en el Centro, el
tabaquero carga su remolque con el número de fardos que le han sido asignados,
y muy de madrugada va a entregar su partida; y a que le den el “desayuno”, el
cual será bueno si sus fardos han obtenido buena clasificación, y malo si no la
han obtenido. Y así hasta que termina la temporada.
Con este tiempo de entrega el tabaquero va
echando sus cuentas, que pocas veces le cuadran, pero es su medio de vida y
tiene que seguir adelante pidiendo que el año que viene sea mejor, y pensando
en sembrar otra vez el semillero.
Y esta es la vida de un tabaquero.
NOTA: La autora de tan
bonito artículo promete que ampliará la historia de las personas cultivadoras
de la aromática planta del tabaco, que viven a la bajada de Gredos.
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