domingo, 27 de abril de 2014

BOSÓN DE HIGG



EL BOSÓN DE LA CREACIÓN
CANONIZACIÓN DE JUAN XXIII Y JUAN PABLO II
Ramón Lorente De la Luna

  Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, que es una brutalidad, como decía D. Hilarión, en la bonita Zarzuela de “La Verbena de la Paloma”.
  Hace pocos meses los científicos descubrieron la partícula de la Creación: el famoso “Bosón” de Higg, una partícula que explicaría el origen del Universo. Meses después descubrieron el más famoso “Eco” de la Creación. La onda expansiva de un diminuto puntito que en menos de un segundo adquiriría una dimensión infinita.
  Ambos descubrimientos ya están contenidos en la Biblia (Génesis): “Al principio creó Dios el cielo y la tierra”.
  Jesucristo dijo (Parábola del grano de mostaza): “Veis ese grano de mostaza, pues de una partícula tan ínfima saldrá un enorme árbol”.
  Pues el “Bosón” no es ni más ni menos que el compendio de todas las leyes universales que dieron origen al portento de la Creación.
  En una partícula tan ínfima como el grano de mostaza estaba contenido todo. Desde las leyes más complejas de creación de la materia, hasta las más singulares y perfectas de su control y regulación.
  ¿Cuántas de esas leyes ha descubierto le humana gente? Muy pocas. Dios en su obra, ya dejó escrito en indeleble tinta, que el hombre iría adquiriendo su sabiduría a través de los tiempos.
  Y en eso debemos estar seguros, que en el espacio infinito no está solo el hombre. El hombre no es ni más ni menos que una de las infinitas formas de vida, Eso sí, con unos condicionantes en cuanto a criatura, que le diferencian de las demás criaturas hasta ahora conocidas.
  Viene este mi comentario, hoy, 27 de abril de 2014, día en que el Papa de los cristianos católicos, Francisco, eleva a los altares, con la dignidad de santos, a otros dos papas muy cercanos a nuestro tiempo, el papa Juan XXIII, y el papa Juan Pablo II.
  Dos hombres de la Iglesia universal, dos buenas personas, que en su vida supieron estar cerca del Creador, y entendieron sus leyes divinas de amor y paz entre la raza humana.
  Como también esas buenas personas que llamamos sabios, buscan la razón compleja y delicada de entender la infinita obra de Dios.
  Y ambas ramas van paralelas, pero no pueden subsistir la una sin la otra. Al final, ambas convergerán en un sólo punto, cuando se llegue a comprender la verdadera dimensión del Creador. Pero deberán pasar muchos siglos.
  Pues hoy, en este abril de primavera radiante, estamos más cerca de entender uno de los misterios más profundos de la Creación: el misterio del amor infinito de Dios para con la humana raza.

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